Mientras el oficialismo inicia un debate clave para modificar el sistema de votación, la pregunta de fondo resurge: ¿estos cambios benefician a una ciudadanía hastiada o consolidan el poder de una dirigencia que lleva más de cuatro décadas en el poder?
Bajo la consigna de “modernizar” y “hacer más transparente” el sistema electoral, el vicegobernador Miguel Acevedo puso en marcha una ronda de negociaciones en la Legislatura para impulsar una reforma política que pretende ser aprobada antes de fin de año. Sin embargo, el debate técnico ocupa la superficie de una discusión más profunda y arraigada en la realidad tucumana: en una provincia marcada por una creciente miseria y abandono, ¿puede una reforma electoral genuinamente cambiar las reglas de un juego dominado por los mismos actores durante más de 40 años?
Los cuatro ejes centrales de la reforma son:
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Sustitución de la boleta partidaria por un modelo moderno (BEP – Boleta Electrónica de Papel).
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Reducción de las listas colectoras o acoples, el punto más conflictivo.
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Implementación de la paridad de género en cargos electivos.
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Eliminación de las dobles candidaturas.
Aunque desde el oficialismo se enmarcan estas reformas como un avance en la calidad democrática, analistas y voces críticas se preguntan si no son, en realidad, ajustes tácticos para reacomodar internas y controlar el poder, en lugar de una respuesta contundente al clamor ciudadano por un verdadero recambio.
“El sistema electoral define cómo los ciudadanos eligen a sus representantes. No podemos tratarlo con liviandad”, declaró Acevedo. Pero la desconfianza ciudadana nace de una contradicción evidente: muchos de los políticos que hoy debaten estas nuevas reglas son los mismos que se han enriquecido en sus cargos durante décadas, mientras Tucumán, antaño conocida como el “Jardín de la República”, ve cómo se profundizan la pobreza y la crisis social.
El eje más polémico es la reducción de las listas colectoras. Mientras los legisladores de la Capital apoyan su drástica reducción, los jefes territoriales del interior –las secciones Este y Oeste– se oponen férreamente. Su argumento es la “pluralidad política”, pero en la práctica, estos acoples son una herramienta clave de negociación y disciplinamiento interno para los sectores más tradicionales del peronismo. Limitar los acoples significa, para estos sectores, perder una moneda de cambio vital para mantener sus feudos políticos.
La discusión sobre el instrumento de votación también refleja esta tensión. La posible implementación de la Boleta Electrónica de Papel (BEP) genera temores de desconfianza y desigualdad técnica en el interior, lo que podría afectar el control territorial que algunos dirigentes ejercen a través de métodos más tradicionales.
Existen puntos en la reforma que, en teoría, son imparables. La paridad de género es uno de ellos, colocando a Tucumán a la par de otras provincias que ya han dado este paso. La eliminación de las dobles candidaturas es otro, aunque se señala que su uso es más habitual en la oposición, lo que le quita presión política al oficialismo para resistirse.
La pregunta que flota en el ambiente legislativo es si estos avances positivos serán suficientes para contrarrestar el efecto de las concesiones que se hagan a los sectores más resistentes del interior en los puntos clave, como los acoples. ¿Se trata de un verdadero deseo de abrir el juego, o de una modernización superficial que mantiene intactos los núcleos duros de poder?
El vicegobernador Acevedo se encuentra en la delicada tarea de equilibrar las demandas de un interior que se aferra a las viejas prácticas con una Capital que pide a gritos una política más transparente y moderna.
Mientras los técnicos debaten sobre boletas electrónicas y límites de acoples, el ciudadano común de Tucumán observa con escepticismo. Para que esta reforma no sea vista como otro capítulo más en la historia de una clase política que se perpetúa en la riqueza frente a una provincia en crisis, deberá demostrar, con hechos concretos, que su verdadero beneficiario no es el político de siempre, sino, por fin, el votante. El día que eso se entienda, quizás Tucumán pueda empezar a soñar de nuevo con ser el Jardín de la República.
https://www.contextotucuman.com/nota/365306/cuales-son-los-cuatro-ejes-que-marcan-el-camino-del-debate-por-la-reforma-electoral-en-tucuman.html
