Por Edy Cifre, corresponsal en Europa para El Federalista
Un sismo seguido de otro azotó el norte de Siria y el sur de Turquía el pasado lunes, dejando a su paso muerte y desolación. A medida que pasan las horas el número de víctimas mortales y de heridos aumenta.
Las tareas de rescate se dificultan debido a las inclemencias del clima, entre la lluvia y la nieve.
El presidente turco, Erdogan decía:
«Inicialmente hubo problemas en los aeropuertos y las carreteras, pero hoy las cosas se están volviendo más fáciles y mañana serán más fáciles aún», declaró Erdogan, quien viaja este miércoles al sur del país para visitar la zona del desastre.
«Hemos movilizado todos nuestros recursos», añadió. «El Estado está haciendo su trabajo».
Lo cierto es que al día de hoy las cifras de muertos ascienden a 11.200, más de 13.000 heridos y miles de edificios destruidos por completos en una de las zonas más complicadas del mundo debido a su actividad sísmica.
Las próximas horas son fundamentales para poder rescatar gente con vida que aún permanece entre los escombros.