La vida de la familia de cualquier asesino es, en general, independiente de los crímenes cometidos por el individuo. Sin embargo, en el femicidio de Paola Tacacho, la profesora de inglés asesinada brutalmente en Tucumán, parece no ser la generalidad.
En este caso, el empresario Ronald Parada Parejas, hermano de Mauricio -el femicida-, había asumido en gran medida la responsabilidad (o tutela) por las acciones del asesino, quien padecía esquizofrenia por lo que la Justicia lo consideraba discapacitado. A tal punto había llegado el papel asumido por el conocido financista, que había participado de la “mediación virtual” junto al asesino, con Paola quien luego sería su víctima.
Más allá de las 13 denuncias por acoso sin respuesta y el escandaloso sobreseimiento de Mauricio por parte del juez Juan Francisco Pisa, fue en ese encuentro donde por última vez Paola pudo expresar sus miedos cara a cara con el “discapacitado” asesino, pero también con quien estaba “capacitado” para evitar que los trastornos de su hermano no causaran el brutal daño que finalmente causaron.
Pero la mediación, que parecía un gran avance se frustró. El propio Ronald, según relató la mediadora, María Liliana Aráoz, había accedido pedir la colaboración de la Oficina de la Mujer para que brinde su enfoque de género, ya que no podía pedir la intervención de la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte «porque no era un caso de violencia familiar ya que ellos nunca fueron parejas ni familiares».
Así se cerró la audiencia, para pasar a una instancia posterior, quizá superadora, con un acuerdo casi cerrado. Pero esto no sucedió: el 25 de agosto el Centro de Mediación Judicial emitió un escueto decreto en el que daba por terminado el proceso de mediación, por lo cual no se realizó la tercera audiencia, prevista para el 3 de septiembre, no se realizó.
¿Por qué decidió el Centro de Mediación Judicial que no se realizara el tercer encuentro, que hubiera permitido a Paola la tranquilidad de vivir sin ser acosada? Esta cuestión, las trece denuncias fallidas, y el fallo de Pisa, es lo que ha puesto a la Justicia en el centro de los cuestionamientos.
Que Pisa ha tenido como “costumbre” fallar a favor de los poderosos a lo largo de su gris y polémica carrera es vox pópuli. Pero también lo es que la influencia del poder (político o económico) también ha sido una constante en este período de degradación de la institución, que ha llegado al clímax con los últimos escándalos, sobre todo el de Daniel Leiva. Entonces: ¿Quién decidió -y a pedido de quién-, suspender la tercera audiencia?