El Presidente confirmó que reacomodará su Gabinete para la «segunda etapa» de su gestión, con salidas confirmadas, posibles fusiones de ministerios y una pulseada de poder entre el karinismo, Francos y Caputo.
El presidente Javier Milei afronta una reestructuración inevitable de su Gabinete tras los comicios del domingo. Lejos de un triunfo rotundo, el mandatario admitió que, una vez conocidos los resultados, reacomodará su equipo para lograr los objetivos de las «reformas de segunda generación». Sin embargo, las negociaciones y los movimientos en la sombra comenzaron hace semanas, atravesados por la interna libertaria y la necesidad de ampliar la base de gobernabilidad.
Salidas forzadas y reemplazos en danza
Tres altos funcionarios deberán abandonar sus cargos por haber accedido a bancas legislativas. El secretario de Comunicación, Manuel Adorni, dejará su puesto para asumir en la Legislatura porteña. Su reemplazo natural será su subsecretario, Javier Lanari. No obstante, fuentes cercanas a Karina Milei indican que Adorni, considerado de su máxima confianza, podría regresar en unos meses a un cargo de mayor jerarquía, consolidando la vocería, los medios públicos y la coordinación de gestión.
Por su parte, los ministros Luis Petri (Defensa) y Patricia Bullrich (Seguridad) también dejarán sus carteras al convertirse en legisladores nacionales. Petri ya habría recibido el encargo de sugerir un sucesor. Suenan con fuerza su jefa de Gabinete, Luciana Carrasco, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, Xavier Isaac. Sin embargo, la opción de ceder Defensa a una figura del PRO, como parte del acercamiento con Mauricio Macri, también está sobre la mesa.
En Seguridad, Bullrich impulsa a su secretaria, Alejandra Monteoliva, como su reemplazante. También suena el intendente de Tres de Febrero y flamante senador provincial, Diego Valenzuela. Sin embargo, en la Rosada no descartan una fusión histórica: unir el Ministerio de Seguridad con el de Justicia.
Justicia, la cartera en disputa
Es «prácticamente una certeza» que Mariano Cúneo Libarona dejará la cartera de Justicia tras meses de desgaste. Su sucesor es una incógnita, pero el nombre que más resuena es el del intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, quien también fue electo para una banca provincial.
Este posible megaministerio de Justicia y Seguridad estaría bajo la órbita del asesor presidencial Santiago Caputo, quien ejerce un control férreo sobre el área. Su operador judicial, el secretario Sebastián Amerio, aunque rehúye a levantar el perfil, también es mencionado para un ascenso. Caputo busca evitar a toda costa que figuras ligadas a Macri se hagan con el control, ya que tiene un interés personal en las reformas judiciales y en los futuros nombramientos de jueces.
La tensión se extiende a Relaciones Exteriores. El canciller Gerardo Werthein habría comunicado a Milei que no continuará si Caputo incrementa su poder, un escenario que parece inevitable. Karina Milei, por su parte, tiene en Úrsula Basset a su figura de confianza para influir en la cancillería que formalmente dirige Diana Mondino.
El duelo Francos vs. Caputo
El núcleo de la interna gubernamental es la deteriorada relación entre el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el asesor Santiago Caputo. Francos manifestó públicamente que funcionarios como Caputo deberían tener cargos formales para rendir cuentas, una crítica directa que exacerbó las tensiones.
Milei había empoderado a Francos como un equilibrador entre su hermana Karina y Caputo. Sin embargo, ahora el asesor presidencial evalúa una reconfiguración del Ministerio del Interior, actualmente bajo el control de Lisandro Catalán, mano derecha de Francos. El objetivo de Caputo sería colocar a un nuevo interlocutor con las provincias, y entre los nombres que suenan están el radical Rodrigo de Loredo o el libertario Diego Santilli.
Dirigentes de la mesa chica de Milei advierten sobre una «duplicidad de gestiones» entre Francos y Caputo, y señalan que el Presidente debe definir con claridad las funciones de cada uno si quiere que la coexistencia sea posible. Caputo, por su parte, repite que aceptará el cargo que Milei le asigne, sea ministerial o no, consciente de que su influencia solo puede ser limitada por el propio Presidente.
Con un escenario político complejo por delante, la reestructuración del Gabinete no es solo un cambio de nombres, sino la redefinición de los centros de poder dentro del Gobierno de Milei de cara a los dos años y medio que restan de gestión.
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