El presidente Javier Milei aseguró que “todo el pánico es político” durante un discurso pronunciado en la Bolsa de Comercio de Córdoba, en el que ratificó el rumbo de su política económica y prometió “seguir yendo al hueso” en materia de desregulación. Sus declaraciones se produjeron en medio de una semana de fuerte tensión en los mercados financieros argentinos, caracterizada por la suba de los dólares financieros, el aumento del riesgo país y una creciente presión sobre el tipo de cambio.
Frente a empresarios y representantes del sector privado, el primer mandatario advirtió que el pánico político se está “espiralizando en el mercado, generando una fuerte descoordinación en el Riesgo País”. Sin embargo, eludió hacer referencia directa a la venta de reservas por parte del Banco Central, que según estimaciones de brokers acumuló más de US$400 millones entre el miércoles y el jueves, pudiendo superar los US$1.000 millones al cierre de la semana, con el objetivo de contener al dólar dentro de las bandas de flotación acordadas con el Fondo Monetario Internacional.
Milei destacó que Argentina es “uno de los cinco países del mundo que tiene déficit cero” y consideró que los “key value drivers para que Argentina pueda crecer están a toda marcha”. Lo cual se refiere a son los factores esenciales que añaden valor económico y competitivo a un producto, servicio o empresa, impulsando la rentabilidad, el crecimiento y el interés de los inversores. En alusión a las elecciones legislativas bonaerenses del 26 de octubre, confió: “Si el 26 de octubre pintamos a la Argentina de violeta, el sueño de hacer grande Argentina nuevamente va a ser posible”.
El presidente también realizó una comparación histórica al señalar: “Cuando le empezaron a torpedear el barco a (Fernando) De la Rúa fue porque quiso hacer la reforma laboral. No sea cosa que los que están torpedeando de atrás sean los mismos”. E insistió: “No van a poder parar el cambio”.
El discurso de Milei se produce en un contexto de debate sobre la sostenibilidad del déficit fiscal cero como política económica permanente. Si bien el ajuste implementado por su gobierno contribuyó a la reducción de la inflación, especialistas como Paul Segal, profesor en Economía y Finanzas, señalan que “el desequilibrio previo no fue la causa principal, por lo que alcanzar el superávit o el equilibrio de las finanzas públicas no necesariamente es un objetivo sostenible”.
Segal explica que “en la mayoría de los países que registran crecimiento, el déficit fiscal moderado es la norma, no la excepción”, y argumenta que “para fomentar el ahorro en moneda nacional, el Estado debe endeudarse en esa misma moneda”. El economista añade que “la sostenibilidad de la deuda no supone que esta deje de aumentar, sino que no lo haga a un ritmo mayor al del PBI. Ese, no el déficit cero, es el verdadero sentido del equilibrio fiscal”.
El análisis señala que el problema de fondo en Argentina no fue el déficit fiscal sino la política monetaria adoptada durante dos décadas, con tasas de interés reales en terreno negativo que desincentivaron el ahorro en pesos y fortalecieron al dólar como refugio value. Para lograr un crecimiento sostenido, según esta perspectiva, el país necesita “condiciones atractivas para el ahorro en pesos y una política fiscal adecuada, lo que en promedio significa mantener déficits moderados”.
Milei, sin embargo, mantiene su postura de que el déficit histórico fue la raíz de los problemas económicos argentinos y concibe el equilibrio fiscal no como una medida transitoria sino como “el camino del crecimiento económico genuino”. El mercado sigue atentamente esta pulseada entre la ortodoxia fiscal del gobierno y las señales de stress financiero que se manifiestan en la creciente volatilidad cambiaria y la presión sobre las reservas del Banco Central.