Tucumán, a pesar de distinguirse como la provincia de menor extensión territorial de la Argentina —si se excluye a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires—, encabeza un ranking que genera seria preocupación. Según un relevamiento de Vialidad Nacional realizado en 2024, es el distrito con la mayor proporción de rutas en mal estado de todo el país. Este informe, que clasifica el estado de la red vial en las categorías de «bueno», «regular» y «malo», revela una situación crítica: el 60% de las rutas nacionales que surcan el territorio tucumano presentan un deterioro evidente. El diagnóstico se agrava al observar la red provincial, donde el panorama es aún más severo, ya que ocho de cada diez caminos se encuentran dañados o resultan directamente intransitables. Este resultado contrasta marcadamente con la extensión total de su red vial, que abarca 2.141 kilómetros, de los cuales 575 corresponden a la jurisdicción nacional y 1.566 a la provincial. De esta última cifra, menos de la mitad se encuentra pavimentada, mientras que el resto está compuesto por tramos de ripio o tierra, lo que acentúa su vulnerabilidad. Aun con esta red, la provincia solo supera a Tierra del Fuego en kilómetros totales de rutas y queda por detrás de otras jurisdicciones como Misiones, que registra 2.779 kilómetros según el Consejo Vial Federal (CVF).
La comparación con sus vecinas del Noroeste Argentino (NOA) pone de relieve el contraste y la profundidad del problema estructural en la provincia más densamente poblada de la región. Mientras que Santiago del Estero cuenta con 19.056 kilómetros de caminos, Salta con 6.204, Jujuy con 6.850, La Rioja con 5.961 y Catamarca con 3.738, Tucumán, a pesar de su territorio reducido, exhibe los índices más críticos de deterioro. Entre las rutas que presentan mayores problemas se encuentran las provinciales 324, 329 y 334 en el suroeste; la 321 en el noreste; la 327 al este de la Capital; la 302, utilizada para conectar con Santiago del Estero; la 304, que vincula con Salta; y la 337, que une El Chañar con La Cruz y suele quedar cortada ante cualquier precipitación. Estas trazas son claves para el sector productivo, ya que por ellas circulan las campañas de caña de azúcar, los cargamentos de granos, limón y diversas producciones del agro, en una provincia que carece de un sistema ferroviario extendido que pudiera aliviar los fletes y descongestionar las rutas. La Asociación Civil de Productores Agrícolas y Ganaderos del Norte (Apronor) ha estimado que solo la caña de azúcar moviliza alrededor de medio millón de viajes de camión por campaña, a lo que se suman otras cargas que intensifican aún más la circulación. En un reciente relevamiento realizado con drones, la entidad expuso una realidad tangible y desoladora: puentes destruidos, caminos detonados, banquinas descalzadas y cruces urbanos carentes de señalización e iluminación.
Este estado de postración del sistema vial no puede explicarse únicamente por el volumen de tránsito, sino que hunde sus raíces en años de una baja inversión sostenida en infraestructura. Un informe de la Usina de Políticas Públicas (IPEC), publicado por LA GACETA que luego fue levantado por el centenario diario del sitio web-, analizó el período comprendido entre 2016 y 2022 —correspondiente a las gestiones de Juan Manzur— y ubicó a Tucumán como la segunda provincia argentina que menos invirtió en obra pública e infraestructura, solo por encima de Santa Cruz. Dicho estudio detalla que la provincia destinó apenas el 5,7% de su presupuesto a obra pública, y de ese ya exiguo monto logró ejecutar menos del 50%. La comparación a nivel nacional muestra un contraste significativo, con provincias como San Luis, que destinó el 37% de su presupuesto, Santiago del Estero con un 33%, y Formosa y San Juan, con alrededor del 20%. En una entrevista, el economista Alejandro Danon, del Laboratorio de Políticas Públicas para el Desarrollo Equitativo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT, sostuvo que Argentina ha crecido por debajo del promedio latinoamericano y que, dentro de ese marco general, Tucumán exhibe los peores indicadores de la región. El Diagnóstico de Crecimiento de Tucumán, elaborado con metodología de la Harvard Kennedy School, advierte que la provincia llegó a tener el cuarto Producto Bruto Geográfico per cápita más bajo del país y el tercer salario registrado más bajo entre las 24 jurisdicciones, identificando la falta sostenida de inversión en infraestructura como una de las principales restricciones para su desarrollo económico.
En definitiva, el deterioro vial generalizado, la congestión de las rutas, los tiempos de traslado crecientes, los mayores costos logísticos y la inseguridad asociada al tránsito pesado no son fenómenos aislados, sino que constituyen, según la mirada de los especialistas, el resultado palpable de años de desinversión crónica combinados con un crecimiento poblacional que exige, cada vez con más urgencia, mayor capacidad y planificación. Con el 80% de sus rutas provinciales en estado crítico y con índices socioeconómicos que se ubican entre los más bajos del país, Tucumán enfrenta un escenario profundamente complejo, donde la infraestructura ha dejado de acompañar el ritmo de su propia densidad demográfica y de las demandas de su estructura productiva, un desfase que los indicadores nacionales reflejan de manera cruda y sin atenuantes.
