El candidato radical, relegado al tercer puesto con solo 8% de los votos, culpó a la polarización nacional y a un supuesto «miedo» de los electores, sin realizar autocrítica sobre su gestión.
Roberto Sánchez, el candidato de Unidos por Tucumán que obtuvo un magro 8% en las elecciones legislativas, ofreció este lunes un análisis de su derrota que pone en evidencia su dificultad para reconocer falencias propias y que, además, parece subestimar la capacidad de discernimiento del electorado local.
En conferencia de prensa, el diputado nacional que perdió su banca atribuyó el resultado al «miedo kuka» que, según él, llevó a sus votantes a apoyar a La Libertad Avanza. «Muchos votantes nuestros hoy, por ese miedo, como digo yo, ese miedo kuka, votaron a La Libertad Avanza», afirmó Sánchez, reduciendo así la complejidad del panorama político tucumano a un simple temor irracional de la ciudadanía.
Falta de autocrítica en el análisis
Llama la atención que, pese a haber obtenido un resultado que lo deja fuera del Congreso Nacional, Sánchez no hizo mención a posibles errores en su estrategia de campaña o a deficiencias en su desempeño legislativo. Por el contrario, se mostró «muy contento y satisfecho» con su gestión, enumerando una serie de iniciativas que, al parecer, no lograron conectar con las necesidades reales de los tucumanos.
Mientras el Frente Tucumán Primero obtenía el 50.6% y La Libertad Avanza el 35.1%, la fuerza de Sánchez se desplomaba hasta el 8%, lo que sugiere un desfase significativo entre la autopercepción del candidato y la evaluación que hizo el electorado de su trabajo.
¿Respeto por la decisión ciudadana?
Las declaraciones de Sánchez parecen contener una visión paternalista del votante tucumano, al sugerir que su derrota se debió principalmente a factores emocionales («miedo») y a fenómenos nacionales, sin considerar que los ciudadanos podrían haber evaluado conscientemente su gestión y encontrado falencias.
Al afirmar que «el argentino no quiere que vuelva el kirchnerismo» como explicación única de su fracaso, el radical ignora las particularidades de la realidad tucumana y las demandas específicas de una provincia que enfrenta graves problemas de empleo, seguridad y servicios públicos.
Justificaciones cuestionables
Sánchez también cargó contra la «movilización del gobierno provincial», señalando que «sacaron a votar a todos los tucumanos con el dinero de todos los tucumanos». Esta declaración, aunque podría apuntar a una práctica cuestionable, no alcanza para explicar por qué su espacio político no logró capitalizar el descontento con el oficialismo provincial.
El resultado electoral muestra que Sánchez no supo interpretar el humor social tucumano, atrapado entre un oficialismo provincial fortalecido y una oposición libertaria pujante. Su incapacidad para leer estas tensiones y ofrecer una alternativa convincente parece ser la verdadera causa de su debacle electoral, más que el escurridizo «miedo kuka» al que alude.
Con estas declaraciones, Sánchez no solo evita hacer una autocrítica necesaria, sino que revela una actitud condescendiente hacia unos votantes a los que, al parecer, no termina de comprender ni respetar en su capacidad de decisión.
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