Video imperdible: en 10 minutos, el Mono Ale relató y explicó la disputa de casi 40 años que tienen con los Gardelitos

Facundo Ale se entregó a la Justicia este viernes por la causa que investiga un tiroteo en Tafí Viejo con miembros de Los Gardelitos. El hijo del Mono Ale quedó detenido y su padre brindó una conferenca de prensa en la puerta de la Unidad Regional Tucumán. Allí, Ale mantuvo un fuerte cruce con periodistas.

«Los Gardeles siempre han sido de Atlético. No me vengan con que es una interna de la hinchada de San Martín. Lo que se ha puesto en la bandera ese día es cierto. ¿O venden Total Magnesiano Sport? Yo tomo Total Magnesiano Sport. Les han secuestrado kilos de droga, ¿a qué se van a dedicar?», dijo Angel Mono Ale cuando fue consultado por un colega de Canal 8: «¿Y usted no tiene nada que ver con las drogas?» (ver video abajo).

Casi 40 años de historia
El «Doble crimen de los Gardelitos» no fue solo un episodio violento que conmocionó a Tucumán la madrugada del 31 de diciembre de 1986. Aquel enfrentamiento, que segó las vidas de Santos Pastor Aguirre y Enrique Soria y dejó a Juan Carlos Beduino con tres disparos, se revelaría después como un presagio siniestro. Fue la primera vez que la sociedad tucumana vislumbró a las claras el poder de un grupo delictivo organizado, una estructura que operaba con impunidad y que, para muchos, era el «brazo armado» de la familia «Gardelito».

La investigación judicial, marcada por las irregularidades, se convirtió en el primer capítulo de una larga historia de impunidad. Ángel “El Mono” Ale recibió una pena mínima de tres años por los dos homicidios, bajo el argumento de que se había «excedido en legítima defensa», mientras que su hermano, Rubén “La Chancha” Ale, fue sobreseído en la causa por la tentativa de homicidio de Beduino. Este desenlace legal, lejos de cerrar el caso, consolidó la sensación de que una nueva y peligrosa forma de criminalidad había llegado para quedarse.

Hoy, a casi 4 décadas de distancia, el caso es recordado como el «anticipo del infierno». Aquel doble crimen fue la génesis pública de una organización criminal que, con los años, extendería sus tentáculos hacia el narcotráfico, transformándose en uno de los grupos más temibles del norte argentino. La sangre derramada aquella noche de fin de año fue la semilla de un poder mafioso que, con el aval de la impunidad inicial, crecería hasta definir el panorama actual de la inseguridad en la provincia.

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