La madrugada de este sábado se tiñó de tragedia en la avenida Sarmiento al 1200, un episodio de violencia que contrasta abruptamente con las estadísticas oficiales que ubican a Tucumán con una tasa de homicidios en descenso. Federico Toledo, de 20 años, perdió la vida tras ser golpeado en el rostro durante una pelea a la salida de un boliche, cayendo desvanecido con tal fuerza que su cabeza impactó contra un banco de la parada de colectivos, lo que le provocó la muerte en el acto.
El episodio, registrado cerca de las 6:30, ocurrió en una zona céntrica y transitada, sin que se reportara una presencia policial preventiva que pudiera disuadir o actuar con inmediatez. Según relataron testigos, Toledo y sus amigos se encontraron con dos jóvenes en la parada, se produjo una discusión, y uno de los desconocidos propinó el golpe fatal. El atacante logró escapar inicialmente en motocicleta, aunque luego fue aprehendido por la Policía.
Este crimen ocurre en un contexto donde, si bien la Nación pondera la baja de homicidios en la provincia –una disminución de más del 40% en el primer trimestre, la más significativa del país–, la realidad en las calles parece narrar una historia diferente. La paradoja es profunda: Tucumán es destacada por el Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich por sus números positivos.
Por otro lado Osvaldo Jaldo, actual gobernador de la provincia, en mayo del presente año realizó la incorporación de 937 agentes policiales transitorios llegando a sumar a la fuerza de seguridad la cual asciende a más de 12 mil integrantes que velan por «los bienes y vida de los tucumanos» habría declarado Jaldo en su discurso de jura de los agentes.
La pregunta que resurge con fuerza tras la muerte de Federico es si las estadísticas, discutibles para muchos, reflejan la percepción de inseguridad que vive diariamente el ciudadano. Mientras la Justicia investiga lo ocurrido y la Fiscalía de Homicidios II recolecta las pruebas, incluido el crucial testimonio de las cámaras de seguridad de la zona, vecinos de la avenida Sarmiento señalan la recurrente falta de un patrullaje efectivo en horarios nocturnos y madrugadas, precisamente cuando los locales bailables concentran a cientos de jóvenes.
Este caso fatal pone bajo la lupa la efectividad de las estrategias de seguridad. Aunque la provincia ha sido incorporada al plan “90/10” de Bullrich, que enfoca recursos federales en el 10% del territorio donde se comete el 90% de los delitos, la implementación concreta y visible aún genera dudas. La propia Gendarmería Nacional, en sus comunicaciones, ya considera a Tucumán como “frontera” ante el avance del crimen organizado, un reconocimiento tácito de la complejidad del escenario que trasciende la estadística pura.
Mientras la familia de Federico Toledo llora una pérdida irreparable, el debate sobre la seguridad se intensifica. No se discuten sólo números en un informe, sino la presencia tangible de la ley en las esquinas, la capacidad de prevención y la urgente necesidad de que las políticas públicas se traduzcan en vigilancia real y disuasión en las calles, donde una discusión no debería costar nunca la vida.