Los médicos que asistieron a Fernando Báez Sosa al poco tiempo de haber sido atacado por los rugbiers declararon ante la Justicia y sus palabras complican aún más a los acusados.
Según declaró Carolina Giribaldi Larrosa, uno de los médicos, cuando Fernando llegó a la ambulancia, ya «no tenía posibilidades de sobrevivir», pues no tenía ni signos vitales, ni pulso.
«Tenía pupilas midriáticas (dilatadas), no tenía reflejos, ni movimientos respiratorios, y no tenía pulso», amplió, y aseguró que «se tardaron 9 minutos entre el llamado de auxilio, y la llegada al lugar».
«Nos encontramos con un masculino tirado en la vía pública sin signos vitales. Ya estaba fallecido, no tenía ningún signo vital. Tenía bastantes hematomas en el rostro. Uno en particular de zigzag en la mandíbula. Nunca respondió a los estímulos», aseguró.
Diego Duarte, forense que intervino en el examen del cuerpo del joven, por su parte dijo que «las lesiones más importantes son en el cerebro» y que «había una impronta de la zapatilla en la cara y el cuello», lo que da cuenta de las patadas que le dieron los agresores en esa zona y quedó reflejado en el video de las cámaras de seguridad que son parte de la causa.
«No hay apertura, lesiones que hayan lastimado la parte ósea, los golpes que recibió fueron suficientes para dañar el cerebro sin romper la parte ósea», especificó el especialista, y aclaró que tuvo «un traumatismo de alta energía». Según él, al haber estado Fernando en el piso, y «aplicar compresión, queda marcada» la patada.
Además, Duarte aseguró que la víctima «tenía golpes en el tórax, producto de un golpe directo; también se observó una laceración o desgarro en el hígado».