Desde ayer que se percibe un fuerte y feo olor en muchas partes de la ciudad. Los tucumanos padecen de este fenómeno hace varios años y parece acentuarse con los años.
El origen de la pestilencia se debe a los residuos de la producción de azúcar (principalmente vinaza), que antes se echaban a las cuencas hídricas, y que ahora van a parar a los campos como fertilizantes.
Esta materia orgánica se descompone y produce gases, y por un fenómeno meteorológico llamado inversión térmica, los olores no se escapan a la estratósfera y quedan “encajonados” en el Gran San Miguel de Tucumán.
El problema parece ir empeorando con el tiempo.