Por Martín Javier Augier
¡Constitución o Muerte! era el lema de los Unitarios, la mayoría de ellos murieron penosamente, sus cuerpos fueron profanados, sufrieron tremendas confiscaciones, o fueron desterrados.
El general D. Juan Galo de Lavalle, al frente de la Legión Libertadora, en 1839 se había convertido en el símbolo de la Resistencia Contra Rosas, proclamando: “que lucharía por última vez para que la Confederación no fuera el patrimonio de un tirano, y para que las provincias salieran de su abatimiento y miseria”.
Los dos años subsiguientes fueron de derrotas y desastres militares: Quebracho Herrado y Famaillá marcarían el final de esta campaña.
Los restos destrozados de la Legión Libertadora contra Rosas marcharon hacía Jujuy con la intención de pasar a Bolivia. Durante la noche del 9 de octubre de 1841, el general Lavalle encuentra la muerte abatido en la puerta de una vieja casona colonial de San Salvador de Jujuy, sus cadáver fue llevado hasta Huacalera, un poblado de la Quebrada de Humahuaca, Jujuy, para evitar que fuera profanado por las tropas federales (como era la costumbre de los colorados), los hermanos Ramos Mejía tuvieron la penosa labor de llevar los restos y exiliarse en Bolivia. (cuya historia seguiremos en otra edición).
El Negro Juan Noriega
«El negro» Juan Noriega, participó en las luchas independentistas revolucionarias, fue soldado, lejos de estar al lado del caudillo populista y uno de los héroes de la independencia D. Manuel Dorrego, líder del partido colorado – federal, se enlistó en las filas del Gral. Lavalle, muy leal al líder unitario ayudó a trasladar su cadáver a Bolivia.


Juan Noriega, veterano del General Lavalle y soldado, Guerrero de la Independencia, «de más de cien años de edad». Archivo Histórico de la Nación Argentina.